
Durante años se nos ha vendido que el veganismo es una opción ética,
saludable y sostenible. Una forma de vida superior, moralmente elevada.
Pero ¿y si todo esto fuera una fachada? ¿Y si el veganismo no fuera más que
una herramienta de control, diseñada para crear estructuras sectarias,
enfermar al ser humano, disminuir su vitalidad y, al mismo tiempo,
enriquecer a una élite ideológica y empresarial?
Puede sonar extremo, pero si observamos los hechos sin prejuicios, lo que
aparece no es una dieta, sino una ingeniería social disfrazada de compasión.
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- El veganismo como culto moderno
Los expertos en sectarismo, como Margaret Singer y Steven Hassan,
identifican varios rasgos comunes en las sectas destructivas:
- Rechazo a toda crítica o disidencia
- Aislamiento social de quienes piensan diferente
- Exaltación de una verdad superior y moralmente incuestionable
- Cancelación de exmiembros o escépticos
- Control emocional a través de la culpa
Ahora observa cómo actúan muchos grupos veganos radicales:
- Quien deja el veganismo es un “traidor”, un “asesino”, un “monstruo”.
- Quien cuestiona la dieta, aunque sea con estudios científicos, es
silenciado. - Se promueve la ruptura de vínculos con familiares y amigos no veganos.
- Se utiliza una moral absolutista que convierte la comida en pecado o
redención.
No es casual. El veganismo radical funciona como una secta moderna, con sus
gurús, sus rituales, sus castigos y su evangelización constante. No busca
el bienestar, sino la conversión y la sumisión.
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- Una dieta que enferma, debilita y destruye la fertilidad
Numerosos estudios independientes han demostrado que las dietas veganas mal
planificadas o prolongadas pueden causar:
- Deficiencias de vitamina B12, hierro hemo, omega-3, colina, taurina,
vitamina A y K2 - Mayor tasa de fracturas óseas y pérdida de masa muscular
- Trastornos hormonales, anemias, fatiga crónica
- Problemas de salud mental, depresión, ansiedad
- Disminución de la fertilidad y libido
- Deterioro del desarrollo en niños y adolescentes veganos
Y, sin embargo, esta dieta es promovida incluso entre embarazadas y niños.
¿Por qué?
¿Ignorancia o intencionalidad?
Un ser humano enfermo es fácil de controlar. Mientras tanto, se le venden
suplementos, productos ultraprocesados y sustitutos artificiales a precios
inflados. Negocio redondo.
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- El negocio detrás del culto: filosofía, activismo y multinacionales
Detrás del veganismo no solo hay activismo. Hay intereses económicos,
académicos e ideológicos perfectamente alineados:
- Filósofos y académicos: Marta Tafalla, Alicia Puleo y otros venden
libros, dan charlas y ejercen de “autoridades morales”. Su discurso se
vuelve religión laica. - Influencers y activistas: monetizan donaciones, cursos, patrocinios,
libros y productos “éticos”. - Multinacionales alimentarias: Nestlé, Unilever, Danone, Beyond Meat…
Venden productos “plant-based” con márgenes altísimos y sin los costes de
producción de la carne real. - ONGs y fundaciones: viven de subvenciones públicas y donaciones privadas
mientras simulan defender causas nobles.
El veganismo moderno es un negocio ideológico disfrazado de compasión.
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- ¿Coincidencia o ingeniería social?
No es casual que el discurso vegano esté respaldado por:
- Organismos como la ONU, la FAO o la OMS
- Inversionistas como Bill Gates
- Gobiernos que subsidian “alimentos sostenibles” y castigan a los ganaderos
Tampoco es casual que se silencien los testimonios de ex-veganos enfermos.
Ni que las redes censuren críticas al veganismo mientras amplifican a
activistas radicales. Todo apunta a un mismo patrón: crear una generación
débil, dependiente, culpable y obediente.
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- Conclusión: el disfraz se cae
No es un estilo de vida. Es un caballo de Troya.
Una estructura sectaria que adoctrina, un negocio que explota, y una
ideología que debilita al ser humano en cuerpo y mente.
Hoy, romper el silencio sobre esto es un acto de resistencia.
Y por eso estás leyendo este blog.