
Las universidades públicas de España, tradicionalmente espacios dedicados
al pensamiento libre y al debate racional, están abriendo sus puertas
—quizás con demasiada ingenuidad— a lo que en realidad es un movimiento de
corte sectario: el veganismo organizado. Bajo el disfraz de discurso
académico y ético, el activismo vegano y antiespecista ha logrado
infiltrarse en campus de todo el país, ocupando cada vez más espacio en la
formación, las actividades extracurriculares y la vida intelectual
universitaria.
Charlas, seminarios y adoctrinamiento encubierto
A simple vista, las actividades parecen inofensivas:
- Charlas y conferencias sobre ética animal y sostenibilidad,
- Cursos y seminarios sobre nutrición vegana y el supuesto impacto
ecológico de las dietas omnívoras, - Proyectos de investigación impulsados desde la filosofía, la sociología o
las ciencias ambientales que giran exclusivamente en torno al antiespecismo
y la “liberación animal”.
Todo esto se ampara bajo la justificación de la “libertad académica”. Pero
¿cuándo esa libertad deja de ser pluralidad y se convierte en altavoz de
una ideología dogmática?
La repetición sistemática de los mismos postulados, la presencia permanente
de los mismos colectivos y la ausencia de debate real con puntos de vista
contrarios indican que no estamos ante un fenómeno académico neutro, sino
ante un proceso de normalización de un discurso ideológico excluyente.
Los nuevos gurús del pensamiento vegano
No se trata de estudiantes espontáneos con inquietudes éticas, sino de
profesores y profesoras con vínculos ideológicos sólidos con el veganismo,
que actúan como transmisores de esta doctrina dentro del entorno
universitario. Entre los principales nombres destacan:
- Marta Tafalla – Universidad Autónoma de Barcelona: Defiende abiertamente
que las universidades solo deberían ofrecer menús veganos. - Óscar Horta – Universidad de Santiago de Compostela: Uno de los
activistas más influyentes del movimiento antiespecista y fundador de la
Fundación Ética Animal. - Carmen Madorrán Ayerra – Universidad Autónoma de Madrid: Mezcla discursos
sobre ética ecológica con posturas propias del veganismo más radical. - Alicia Puleo – Universidad de Valladolid: Representa el ala más
ideológica con su ecofeminismo, en el que fusiona feminismo y veganismo
como una misma causa.
Estas figuras no solo participan en debates o publicaciones, sino que
tienen influencia directa sobre planes de estudio, actividades académicas y
el contenido que llega a miles de estudiantes cada año. Su discurso, a
menudo presentado como progresista o ético, tiene todos los elementos de un
pensamiento cerrado: una visión única del mundo, rechazo al disenso,
demonización del diferente y una supuesta superioridad moral.
El riesgo de permitir cultos ideológicos en la universidad
No se puede seguir mirando hacia otro lado. El veganismo organizado —no el
simple acto individual de no consumir productos animales— se comporta como
un culto coercitivo:
- Divide entre “puros” e “impuros”.
- Promueve el rechazo social hacia quienes no se adhieren a sus principios.
- Exige sumisión total a una narrativa donde no cabe la crítica.
- Persigue y censura a disidentes, incluso dentro del entorno universitario.
Permitir que esta ideología se arraigue en la universidad sin
cuestionamiento alguno es abrirle la puerta a una forma de adoctrinamiento
moderno. El pensamiento crítico que tanto se defiende en lo académico debe
aplicarse también a estas nuevas corrientes, que si no se supervisan,
pueden terminar convirtiendo la universidad en un espacio hostil para
quienes piensan diferente.